La música sembró sonrisas en todo mi cuerpo, la piel recordó los abrazos, los besos y los pies descalzos sobre el pasto mojado. Y sorpresivamente solo las sonrisas se presentaron como invitadas especiales a los 3 minutos con 36 segundos que duró questa piccollissima serenata.
Es hermoso comprobar que también los buenos recuerdos cobran vida sin pedirme permiso.
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